Los vivos, los amantes, los rebeldes, los locos, los luchadores, los pasionales, los sensibles, los mágicos.

jueves, 9 de septiembre de 2010

¡Buenos días, princesa!

Fueron felices y comieron perdices.
El Príncipe Azul atacado por la alopecia, la barriga cervecera y las tapitas grasientas. Luego, que si la hipoteca del castillo, pagar las letras del corcel, el foie de pato sube como la espuma del Chandon...¡Todo gastos!
Serán infantes, pero deforman el cuerpo como todos los críos. Parir sigue siendo parir, y punto. Por si fuera poco, retención de líquidos e hipotiroidismo...
Y la Letizia esa, marca internacional de la anorexia. ¡Hay que joderse!
http://goear.com/listen/0623019/ni-principes-ni-princesas-extremoduro

lunes, 6 de septiembre de 2010

Kiss kiss! Bang bang!

-¿Has perdido el juicio? Deber ser eso pues ¡no estás dentro de tus cabales, jovencita! Con lo que nos esforzamos tu padre (que Dios Santo le tenga a su lado) y yo por darte un futuro digno. Mírate: ahora traes un sueldo diario trabajando en la cafetería, y para esta granja toda ayuda económica es poca. Sirves mesas, preparas cafés y hamburguesas, conoces gente y tienes un bonito uniforme rosa. Dime, ¿dónde está el problema? Yo, a tu edad, me partía la crisma de sol a sol en el campo para que tuviéseis algo que llevaros a la boca... ¡Niña desagradecida! Ese Barrow es un maleante de poca monta que te llevará a la perdición. ¡Un muerto de hambre y un golfo! No quiero imaginar de qué modo te habrá embaucado...¿es que no tienes vergüenza?
Lanzó una mirada dura a la vieja, esa mujer que antes le inspiraba un mínimo de ternura.
-Perdí la vergüenza junto a las bragas, madre.- concluyó.
Los ojos de la Sra. Parker se iluminaron de ira y abofeteó con fuerza la mejilla de la muchacha. Bonnie se levantó despacio de la silla carcomida, acariciando el lugar donde acababa de recibir el golpe, y echó una última mirada a la granja ruinosa donde había pasado los tediosos años de su infancia. Resonaron sus tacones por la sala para terminar con un sonoro portazo. Se prometió que no volvería a malgastar el tiempo en ese asqueroso pueblo de Texas, donde sólo había anacronismo hereditario y camioneros con la mano muy larga. Se prometió que no tendría ni un segundo de paz. Se prometió vivir, vivir libre.
Y saboreó la libertad y el amor en todos sus matices hasta el 23 de Mayo de 1934, cuando la cosieron a balazos después de que Clyde la hubiese cosido a besos.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Batman

-¿Por qué no hablas con nadie?
-Porque nadie me escucha.

He aquí el gran problema: falta de comunicación. Me siento sumergida en un ambiente criticado constantemente por toda persona ajena al mismo. ¡Qué fácil se envenenan las lenguas cuando se ignora la conversación! Siendo honesta, yo misma me mostraba recelosa ante lo que ahora constituye mi motor. A lo que hoy por hoy, me hace levantarme con la sangre hirviendo cada mañana, y el café también. Me atrae, eso es todo. Uno no elige lo que le gusta o deja de gustar, se nace con ello. Pues bien, yo me muero por unos determinados ideales que golpean encéfalos, por el riesgo de la causa clásica, por el activismo... Me derrito por una moralidad básica que, en estos tiempos, parece borrada de la faz de la Tierra- ¿cómo puede ser posible?-. Soy una romántica. Los individuos que encajan en dichos perfiles han de ser pasionales y pasionarios. La pasión es la clave.
La libertad de expresión es una cortinilla de humo en periódicos, cine y televisión; me ahorro la fe para fanzines, panfletos e Internet. Hay mucha gente que tiene que decir muchas cosas muy interesantes, y éste es el medio adecuado. Poetas clandestinos. Mi medio será la web. Quizás la gran mayoría de lo que escriba aquí sea mierda en polvo, delirios de una utópica soñadora trastornada que está harta de que le tapen la boca a cada suspiro que da. Me da igual. Piensen lo que quieran. Insulten, critiquen, amenacen, rian, odien...me. Pero, por favor, jamás me censuren. Necesito desnudarme sin tapujos y sin identidad. La clandestinidad honesta es una de los pocos ruiseñores blancos que me quedan.