Los vivos, los amantes, los rebeldes, los locos, los luchadores, los pasionales, los sensibles, los mágicos.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Country Roads.

"Espera un segundo", digo. Cojo esa mano grande y fuerte que tanto adoro.
Podemos recorrer incansables los parajes verdes y frescos del Caribe. Encoger y hacernos diminutos. Dejar que flote la felicidad entre líquido rosáceo y brillante dentro de una burbuja de cristal. Dormir a la intemperie, abrazados con mantas picajosas y unos músculos temblorosos. Rozarnos húmedos, pegajosos, darnos tanto asco que no seamos capaces de dejar de restregarnos. Silbar incansables mientras nos abuchean los tristes. Permitir que el sol nos ciegue y que la sal nos reseque. Comer con las manos, llenarnos de grasa las fauces, lamer nuestros dientes y arrancarnos restos de verduras de las caries. Fumar hasta que nos sangre el alma. Acariciar las piedras y besar a las serpientes. Soportarnos insolentes, abandonarnos empalagosos. Subir los altavoces al máximo y bailar hasta que el cuerpo diga "basta" y nos arroje al suelo exhaustos. Repartir dinero entre los indigentes. Arruinarles la vida a los empresarios. Robar un coche de policía y conducir sin destino hasta agotar la gasolina. Escupir chocolate sobre una iglesia. Reír a carcajadas, llorar a carcajadas cuando el silencio pretende proclamarse vencedor. Romper cristales de las ETT's. Huir a Marruecos, asentarnos en Francia. Leer la mitad de un libro e intercambiarlo para que nunca conozcamos el final.
Me miras con pena. Soy un animal loco y cobarde. Sueltas mi mano y no miras atrás.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Fallaste corazón

Necesito escribir. Desintoxicarme. Expulsar demonios. Rajarme el corazón. Porque éste verano no ha sido verano, sino un huracán caliente que ha empezado a arrebatarnos la vida. Se han desencadenado los misterios de Pandora y sólo pienso en encontrar la llave y destruirla antes de que me clave sus dardos envenenados. Como en una plaga, mis seres queridos están todos infectados de sinsabores, los Dementores les han absorbido la energía vital. Sólo aguantan las niñas. Una de ellas, la inteligente, la brillante, se alejó a un oasis seguro. Yo me quedé aquí, luchando por salir a flote pero si no hago algo pronto me ahogaré con todos ellos. No puedo con sus cuerpos muertos. No puedo con la podredumbre de la ciudad de cemento. Necesito una limpieza. Que la vida vuelva a fluir hermosa y que nadie arroje mis flores.

Chavela susurra

Y ya estamos aquí, frente a frente, compartiendo una litrona en un parque apartado, después de intentar compaginar horarios para conocernos. Empieza el verano y me hablas de revoluciones, de luchas que sólo se pierden si el acto cesa. Yo te hablo de literatura, de comunicación y de que creo firmemente en que hay otras formas de hacer las cosas. Parece que nos entendemos. Las miradas fugaces y las sonrisas que se desbordan sin remedio indican que nos hemos fijado el uno en la otra. Al despedirnos, nos besamos en la estación. Y a mí me resulta uno de los besos más bonitos que he dado, aunque tenga que marcharme tan deprisa como surca el aire el silbido del tren.

Y volvemos a encontrarnos, a conocernos. Frente a frente, soltándonos los demonios a la cara. Termina el verano y la tensión se ceba sobre nuestros cuerpos. Sólo el teléfono es testigo de mis lágrimas mientras tú terminas gritando y negándote a concederme una palabra más.

Lo que comenzó como una complicidad magnífica, supurando libertad, el gran acierto; termina en la incomprensión, en un entendimiento más nefasto que el primer día. ¿Cómo sucede? Me pregunto si una relación sana puede balancearse en la cuerda floja del amor romántico. La humillación y el desamparo forman parte del maltrato, ¿verdad? Ése que tanto repudiamos y del que queremos saber todo para no reproducir nada. Sé que los cuentos de hadas no existen, y que las relaciones son complejas porque los seres humanos somos maravillosamente distintos y la magia consiste en conocernos, en aceptar los pétalos y las espinas, pero, ¿vale la pena mecerse un día entre las rosas mientas al día siguiente nos estamos clavando todas las espinas? Estoy enamorada. Estoy cansada de la palabrería y de la diplomacia, en lugar de la claridad y de los sentimientos directos como flechas. Estoy cansada de pedir ayuda y de que se me niegue la palabra, de que se me infantilice, de “que mis problemas en realidad no tengan tanta relevancia”, de “que mis actitudes no sean las correctas”. Estoy cansada, en fin, de que mis llamadas de auxilio, las peticiones de comprensión hacia mi pareja se conviertan en dramas por falta de empatía o por una supuesta empatía tan intensa que termina inyectándole mi energía negativa, y me odie por no poder ser feliz. Y se enfade conmigo. Y se niegue a quererme mientras yo muero de pena entre la indiferencia y el dolor. En las ocasiones en que las cosas van mal, pido como ungüento abrazos y caricias, y me encuentro en la base de su pirámide de privilegios. También sucede los días de diario en los que en un arrebato de alegría imagino un plan original y encantador para los dos. Esos días tampoco está.

Ya no sé si esto se merece llamarse amor, o soy yo envenenada frente a su cariño simple y tierno y, por qué no, a su compasión. Bien es cierto que hay que tener cuidado con los sentimientos y no dejar que nos anulen y nos roben el arjé. Pero, ¿qué queda de vida si no nos dejamos explotar como volcanes y pensar, aunque sólo sea por un momento, que debajo de la tormenta cálida de la persona con la que compartimos confidencias y sexo florece el paraíso? ¿Qué sentido tiene la monotonía y la rutina romántica? ¿Qué noche de amor ni que ostias? Qué vida pérfida esa.


domingo, 24 de agosto de 2014

Moongender

Voy a pintar el techo para que mi cama siempre sea una noche de verano. Es éso, y nada más, lo que deseo. Es éso lo único que no podrían arrebatarme.
Y voy a observar La Tierra colgada del universo, para que los problemas adquieran distancia y se hagan pequeñitos. El mayor de mis proyectos tendrá lugar en la Luna. Es por éso. Somos hijas de.
Voy a dejarme aconsejar sólo por el subconsciente. Allí es donde guardo la idiosincrasia. Entre tormentas de psicosis e identidades de cartón, se aclara la verdad. Allí es dónde se esconde la inocencia y rompe a hervir la imaginación. Allí olvido el significado del miedo y juego y lucho con los fantasmas traviesos. Allí puedo dislocar los caprichos de la inspiración. Es El País de las Íes.
Jack SAUDEK

jueves, 12 de junio de 2014

Y cuando regreses...

Volveremos a perdernos por la naturaleza salvaje marcada en negro sobre tu mapa roto. A internarnos en la profundidad de las simas del génesis. A vacilar a guardias civiles y policías ineptos.  A probar todas las golosinas sin pagarlas. A romper encapuchados parquímetros con bates. A filosofar sobre atardeceres pintados con los restos de color y tabaco de tus dedos. A colocarnos con Chagall, con Picasso, con Van Gogh, con Pollock. A refugiarnos en tu guarida de la recóndita de Castilla. A odiar el sistema establecido, buscar sus grietas y destrozarlo por completo. A ensalzar la locura y despreciar el conformismo. A coger orquídeas, mariposas, botones de oro y amanitas.
Me pediste que nunca me dejara pisar, que no me pusiera etiquetas ajenas y que luchase por lo que creía. Porque ahora puedo jurarte, sin dudar, que no tengo miedo.

Sólo te pido que no permitas que te cambien. Te esperaré. Siempre.


miércoles, 4 de junio de 2014

Odiar la vida

Querer, confiar
es someterse
y perder la voluntad.

Ya no soy libre contigo.
Nunca volveré a respirar.
No soy capaz de salir de ti.

Te quiero: inyecto.
Te quiero: me consumo.
Soy adicta: te necesito.

Tú juegas y no escuchas.
No soy libre nunca más.
Sólo espero que sean tus manos las que me terminen.

No soy libre.
Soy una esclava del
Romanticismo.

Men don't protect you any more, Jenny HOLZER.

viernes, 23 de mayo de 2014

No me quieres a mí, sólo quieres mi amor

Masturbarse con las manos sucias para redimir pecados.
Desnudo femenino, Egon SCHIELE

Ser un espejo

Ser un espejo
significa valentía
para abrirse y mirarse
todos los demonios.

El desequilibrio,
cuando un clavo roto
te balancea en la pared,
autocontrol como gran reto.

Saber que al romperte
distorsionas la imagen
de aquellas que te miran
y arrojas mal que duela
sobre ellas la mala suerte.

Mujer ante el espejo, Paul DELVAUX


Sin amor nos convertimos en los seres más miserables, en los monstruos que avergüenzan la pureza humana.

martes, 6 de mayo de 2014

Ladrona

Encontré tu pen en la biblioteca. Normalmente, lo hubiera dejado a cargo del personal para evitar el cargo de conciencia. Pero has de comprender que últimamente almaceno mucha información-personal, profesional, cultural, sexual, ética, política, en pdf y en Mp3- y mis soportes se habían saturado. Has de entender que me vino de perlas y que no hay nada más sencillo que sacarlo del puerto y meterlo al bolsillo. El crimen perfecto. Sin huellas y sin cadáver.
Lo que guardes ahí me hubiera traído sin cuidado. Es cierto que, como periodista, peco de intromisión en la vida de los demás; es algo que me concedieron cuando entré en la facultad. Estaba rebuscando en tus carpetas, a ver si por casualidad disponías de algún trabajo o algunos apuntes que me ahorrasen tiempo y ansiedad frente al ordenador y, en cambio, me regalasen unas cervecitas al sol con la familia.
Ya que estaba rebuscando, abrí otro tipo de carpetas. Música. Bueno, en fin, Natalia, qué puedo decir sin soltar una carcajada. Escuchas más comercial que un anuncio de El Corte Inglés. Las bases del reggaeton son las hijas bastardas y deformes del dancehall, espero que al menos lo utilices para sustituir tus ejercicios de spinning para endurecer glúteos. En cuanto a esas letras tan románticas con acento parsero, chica, hay paletos en mi pueblo que utilizan una retórica más elaborada para decirme cuantas guarradas perversas quisieran hacerme detrás de los corrales.
Como toda estudiante de Periodismo, haces tus pinitos en la escritura creativa. Fantástico. Veo que te decantas por la prosa, novelismo estándar, historias de amor. Por el tono y el contenido, supongo que tu máxima inspiración ha sido esa trilogía de masoquismo con formato de caja de cereales que ha revolucionado las hormonas de las féminas tímidas. Ciertamente, es un género interesante. Pero Natalia, cariño, una cosa es inspirarse y otra es plagiar. Leer tus textos y compararlos con '50 sombras de Grey' es más difícil que buscar las 7 diferencias en un dominical para intelectualoides. También, me he tomado la libertad de psicoanalizarte a través de ellos. Intentas reflejar la búsqueda de un príncipe azul que llene tus noches de tórridas experiencias. Entre líneas, lo que transmites es que pides un "Te quiero" y te meten la polla hasta la garganta y, al día siguiente, tu follador ha desaparecido. Te dejas hacer, dejas que él te humille y haga con tu cuerpo lo mismo que podría hacer con una muñeca hinchable. Tu función sexual es totalmente pasiva: pones los orificios dilatados a su disposición, como mucho le acaricias la espalda. Confundes romanticismo con sumisión sexual, pero tranquila, es uno de los grandes males de la juventud del S. XXI.
Ya sé lo que escuchas y lo que escribes, me he hecho un perfil imaginario de quién podrías ser. Sólo me faltaba ponerte cara. Perdóname, Natalia, he visto tus fotos. Tienes una carita muy dulce y una melena espectacular. Aún así, no he podido identificarte. No sé en qué te diferencias de esas miles de chicas modernas, hipsters, zorrillas con flow que invaden todas las redes sociales. Ya no sólo tu ropa, sino tus gestos. ¿De qué fábrica fordista habéis salido?  No aportas ningún rasgo que te caracterice y que, a priori, te convierta en una persona individual y única. Natalia, esto me ha entristecido mucho, no sé quién eres.



Me vuelvo a disculpar, Natalia. No tendría que haber cogido tu pen y mucho menos abrirlo. Por un momento, me he sentido horrible. He sentido como si te hubiera violado. Aunque, pensándolo un poco más a fondo, no ha sido del todo así. Te estás violando a ti misma mientras te expones y reclamas que te violen los hombres. Es tan trágico. Eres el prototipo de chica que la sociedad quiere que seas: 20 años, mona, rubia, víctima de la moda, consumista de música de las grandes discográficas y de textos sin valor literario de las grandes editoriales, anhelando satisfacer a un hombre antes que a ti misma, pasiva, sumisa. Lo siento mucho por ti, Natalia. Sé que no es tu culpa. Te han convertido en un juguete roto. Sólo espero que no pase mucho tiempo antes de que te des cuenta. De verdad, espero que te mires al espejo recién levantada y pienses que estás preciosa con el pijama y las legañas en la cara. Espero que algún día escuches una canción por casualidad que no pongan en el Pacha ni en los 40 Principales y que te guste, y que empieces a buscar por tu cuenta y dejes de escuchar toda la bazofia que te ofrecen gratuitamente. Espero que algún día entres a una biblioteca y descubras un libro con tapas ajadas que hable de los sentimientos en verso de 1786, que encuentres la belleza en cada palabra y que te emociones con la armonía gramatical. Espero que una noche aburrida te masturbes y que llegues tú sola al orgasmo, y que te quieras. Espero que a lo largo de tu vida te cruces con personas maravillosas que te amen por lo que eres y no por el estereotipo que pretendes ser.
Mucha suerte, Natalia. A pesar de que suene cínica y frívola, me has despertado mucha ternura.
 Que todo te vaya bien.

lunes, 31 de marzo de 2014

Theory of Chaos

He vuelto a hablar con él. Después de repudiarle, de no querer verle. Pero debe ser que sus ojos negros han desmagnetizado mi brújula de la sensatez, pues he sido yo la que ha vuelto a buscarle. O ha sido él. O no importa. Nunca he tenido brújula. Ni reloj de muñeca. Por eso, no distingo el tiempo de los arrebatos pasionales. Sólo manchas de tinta y algo latiendo en el sótano.
Pienso en el daño que podría ocasionar. Pienso en las ganas que se comen la cordura. Hago una lista de los hombres a los que me he tirado en este último par de años, y todos cumplen el mismo mínimo común múltiplo. Y yo soy el máximo común divisor. Pero, ¿cómo?: si odio las Matemáticas y el Racionalismo; si me llamo Literatura y Biología.
Pienso en la estabilidad y en lo mal que casamos. Pienso en la foto de su padre, es tan bello. Pienso en las conversaciones que tendríamos en la cama, en Humo. Pienso en que no voy a dar explicaciones y en la metalingüística que engloba el concepto mentira.
Castillos en el aire y trincheras en las mañanas. Y las cosas ruedan solas.
Su padre es tan bello.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Paseando la estupidez

Todos  aquellos que disfrutamos de nuestra condición de estudiantes universitarios, compartimos un vicio sano: pasear por la Avenida Complutense.
Es un lujo hacer esto de vez en cuando. Nos tomamos la libertad de olvidar por un segundo  los horarios de clase y los “corre, corre, que llego tarde”. Nos permitimos el capricho de borrar de nuestra mente la lista de cosas que aún nos quedan por hacer y, en definitiva, el estrés siamés de la rutina.
Este privilegio puede adoptarse de diversas formas: con una buena compañía y mejor conversación, fumando, mirando a los lados, centrado en las melodías de un Mp3, disfrutando del paisaje que las condiciones meteorológicas ceden, o bien, pendientes del ir y venir de estudiantes que recrean un microcosmos a nuestro alrededor.
Y, es que sin duda, lo que más nos gusta es este ecosistema estudiantil, dinámico y cambiante cada día. Nos encanta entremezclarnos en el lugar del saber, y respirar juventud y sentir que estamos en el mejor momento de nuestras vidas.
Cada día, el paseo de la Avenida Complutense se llena de nuevas historias que salpican de anécdotas multicolor el estatismo gris al que nos vemos sometidos. Los lunes las conversaciones sobre las batallitas del fin de semana, los martes un simpático caballero vende literatura clásica a un par de euros, ¿y los miércoles? Este miércoles, la salida del metro estaba abarrotada de gente furiosa. Una fila de lecheras y antidisturbios cortaban el paso a la carretera. Se hablaba de más de 50 detenidos esta mañana en el encierro del Vicerrectorado. Y es que, por lo visto, a Carrillo le parecen demasiados 6 días de reivindicación de aumento becas para que podamos seguir estudiando en una universidad que ha subido las tasas un 67% en apenas dos años.
 Cada día, el paseo de la Avenida Complutense se tiñe un color. Hoy, ha sido el azul.

Imagen de la Av. Complutense esta mañana

Nos vemos sumergidas en un sistema dictatorial recurrente
donde el estudiante pasa a ser un delincuente.

lunes, 10 de febrero de 2014

Mon Petit

Acabábamos de vestirnos, después de pasar de la ruptura escogida a la pasión inevitable. Aún colgaban las esferas carnales de nuestros vórtices y las sonrisas largas, fluidas, del arrebato anterior.
Sonó su móvil.
-¿Cuándo?¿Cómo ha sido? Vale, vale, vamos hacia allá.
No me explicó nada, tampoco fue necesario. Pronunció el nombre de Mon Petit y vi los barrotes del miedo en el reflejo de sus ojos. Por el camino tampoco mediamos palabra. No queríamos hablar, simplemente dejar que el bucle de la preocupación por nuestro amigo nos invadiera, y balancearnos con ella antes de que la realidad nos golpease con algo mayor.
Llegamos a la puerta de la comisaría local. Entorno a una decena de personas, todas caras conocidas, que nos saludaron a golpe de cabeza y dejando entrever en los dientes mellados por el tabaco cierta complicidad.
No sabían mucho. Cuando Mon Petit iba a comer a casa, recién guiado por el encuentro de su madre, cuatro policías le detuvieron. Ninguno quiso dejar constancia verbal del por qué del secuestro, pero todos sabíamos algo de un desafortunado encuentro con la panda porcina, en la tarde de la embriaguez local por excelencia, que terminó, como siempre, en violencia y con una hernia que reventó por dentro.
La tarde era asquerosa, esos malditos contratiempos de Febrero, y todo parecía más gris en la puerta de las fuerzas coercitivas. Estimé la hora, era tarde para no haber comido, pero sólo podía fumar. A penas mediaba palabra y guiños de complicidad con mis amigas, que parloteaban sobre las mascotas y los vaivenes de la universidad. Me enfadé en secreto, no entendía cómo podían cacarear tan alegres mientras yo sólo podía pensar en Mon Petit, allá adentro, quién podría imaginar las torturas que esos desalmados le estaban practicando. Creo que únicamente mi amante reconoció el tic de mi ojo y, con un abrazo espontáneo, compartió mi estado de ánimo.
Los perros guardianes aún gruñían por haberles arruinado la tarde de sábado. No paraban de intentar intimidarnos (a estas alturas, ya...¡já!) con sus actitudes de padres prepotentes. "Vamos a llevarnos bien, caballero, retire esa pancarta de ahí ahora mismo." Éso fue lo que le dijo uno de ellos a un compañero, que colocaba la tela negra de STOP REPRESIÓN sobre un muro del edificio. A llevarnos bien, decían, ladraban. La mañana anterior nos dijeron, ladraron, que ellos estaban en nuestro barco, que eran de los buenos. Reíamos por no partirles la nariz.
La espera me desespera. Mientras giraba sobre mí misma por decimoctava vez, salió el comisario a pedirnos que nos largáramos, dijo que Mon Petit había pedido el Habeas Corpus y que pasaba a disposición judicial en una hora. Suspiramos con algo de alivio, a alguien se le escapó una risotada. Mon Petit al menos saldría de esa asquerosa comisaría por un rato. Miré a su madre la tierna luchadora, en sus ojos cansados brillaba algo de esperanza.
Un coche patrulla salió de la parte trasera del edificio. Al incorporarse a la carretera pasó por delante de todos nosotros. Las lunas de atrás estaban tintadas, pero podría reconocer la silueta de Mon Petit hasta invadida por la invidencia. El pelo crespo, la nariz de ascendencia judía. Por primera vez en toda la tarde, un soplo de alegría nos envolvió. Gritamos su nombre y libertad. Le gritamos ánimo y movimos nuestros brazos enérgicamente para que nos viera, como diciendo "Oye, hermano, que estamos aquí contigo. No dejes que te hagan caer." Mon Petit, ¡cuánta ternura! Empecé a pensar en cómo nos conocimos, por un enlace de un amante estúpido que era su amigo. Mon Petit me resultó insoportable al principio, un niñato demasiado extrovertido que no sabía a qué amarrarse para enganchar a una chica. Luego empezamos a vernos habitualmente, a disfrutar con los dos besos, a reír por los mismos motivos. Mon Petit me había calado tanto, en menor parte, por la rutina que nos mecía en la ciudad pero, sobre todo, porque con él los sueños eran más agradables.
La puerta de los juzgados estaba atestada de maderos. "¡Cómo te aprecian, Mon Petit!", pensé divertida. Pero se contrarrestaban con todos los compañeros que nos apelotonábamos alrededor. Me dijeron que fue desolador verle cuando salió del coche patrulla. Tan mala cara, en su piel amarillenta y en sus ojos negros.
Algunos dudaban de su decisión en el resquicio judicial. Yo no. Mon Petit nos daba mil vueltas a cada uno, fuese en Historia, Política, Economía y Derecho. Mon Petit empezó a devorar la literatura de la realidad en el calor de su hogar de exiliados comunistas y, después, en la biblioteca del centro social. A penas un niño que se encerraba en la sala de lectura mientras el resto de integrantes pasaban los fines de semana drogándose en la otra parte del local. Mon Petit se había hecho a sí mismo inteligente y reflexivo, creía firmemente en sus ideas, pero siempre estaba dispuesto a escuchar otra opinión. Mon Petit fantaseaba con ser un valiente soldado. Se movía por la inercia de la curiosidad más pura. Era un buen chico, un buen chico que soñaba con un mundo mejor, y lo soñaba de verdad. A veces, a Mon Petit le salían alas entre semana, cuando lograba dejar con la boca abierta a un catedrático de Historia o cuando conseguía el favor de alguna chica. Y era maravilloso verle volar sobre el atardecer de la urbanización donde nos íbamos a hablar de la vida y de la muerte, con la excusa de fumar algo de hierba con tranquilidad.
Pensar en él coaccionado por policías y jueces me ponía enferma. Mon Petit amaba la libertad, era un eterno romántico. Seguro que él también había comenzado a enfermar, pero se estaría aliviando pensando en sus héroes políticos, también encarcelados.
Su madre salió jurando en arameo del edificio. La jueza posponía la resolución  de Mon Petit al día siguiente y apartaba a su abogado, un amigo de la familia, del caso por no saber guardar las formas en una situación como esa. ¡A la mierda!
Más rabia, más cansancio y la cara de Mon Petit rondando por el aire del callejón. Un callejón sin salida. Me marché exhausta, mordiéndome el labio, sin avisar de mi desaparición ni a mi amante ni a mis amigas. Caminaba por el casco antiguo con los labios fruncidos, muy callada, a penas sin respirar. Mon Petit pasaría la noche sobre una losa fría de mármol, con suerte cubierto por una manta pulgosa.
Mon Petit pasaba la que sería hasta entonces la peor noche de su vida. Y también fue la mía.

Con "efe"

Febrero,
febril como cada año,
no me deja escapar a su enfermedad frívola
ni a sus fatuos escalofríos.
Los fantasmas me ataron
sin clemencia.
Fallaste,
grité FUCK.
Me fingí entera,
pero fue poco más que una débil falacia.
Lloré tantas lágrimas como motas de polvo.
Morí sobre los brazos de mi madre,
la Bella Soledad,
fue una suerte resucitar
con hambre.

Bebí de la fuente de la magia,
de ninfas y faunos,
susurré a la fantasía una horquilla de regalo
y me obsequió
y volví a comprender la pureza pueril
y a sentirme fuerte.
Forte forte mezzoforte.