Antes de comenzar, quisiera aclarar que esto es un texto de crítica a la nefasta cobertura informativa y trato que los movimientos sociales, en especial los más recientes, están recibiendo por parte de las estructuras informativas y comunicativas.
Los periodistas tienen un agudo complejo de semidioses, me explico: confían excesivamente en su capacidad performativa (la capacidad que tiene el lenguaje para crear realidades) que va incrementando su potencial a medida que el público va creyendo en ellos. Un ejemplo de su megalomanía era señalada por Robert Ezra Park: “Las ciudades modernas no existirían como tales sin la visión que de ellas dan los medios.”
Como es posible comprobar, todo les iba bastante bien en sus redacciones hasta que la Primavera Árabe expandió la chispa de revolución y las plataformas informativas alternativas aparecieron. Nos encontrábamos sumidos en lo que Noelle-Neumann llamaría clima de opinión, un conjunto de puntos de vista que se hacen públicos en un momento determinado y cuyo fin es orientar a la sociedad. Por miedo al aislamiento, la mayoría se adapta al clima de opinión reinante, secundando las opiniones públicas dominantes o evitando pronunciarse. En este segundo caso se crea una espiral del silencio. El éxito de dicho sistema se debe a que el tema de cultivo por excelencia de los medios es la violencia, que cada vez nos administran en dosis más altas, ya no sólo en productos ficticios sino en las propias cabeceras informativas. De esta manera se recrea una falsa realidad: la calle, la sociedad se le antoja violenta e insegura al espectador y se engaña creyendo que necesita mayor protección por la sobrerrepresentación policial que le muestra su televisor. Se origina un apoyo subconsciente a la ultraderecha.
Esta terrible espiral sólo puede romperse cuando alguien se atreve a dar una opinión en contra, produciéndose entonces un vuelco en la proyección social. Llega entonces el 15 de mayo con todas sus consecuencias. Hay algo que hace “click” en las cabezas de la gente. Comienzan la reflexión y análisis, colectivo e individual, sobre todo el malestar que persigue como una sombra a cada cual, una búsqueda de culpables de la problemática global. Entre ésos culpables resaltan los medios de comunicación al servicio de los intereses de las grandes multinacionales, a su vez titiriteros de los partidos políticos ausentes de ideologías puras de las propias Ciencias Políticas y carentes de creatividad a la hora de proponer disposiciones al servicio del pueblo.
A los mass media se les presenta entonces una nueva problemática. Por una parte, los nuevos asamblearios no confían en ellos. Por otra, no saben muy bien a qué se están enfrentando. En su afán de nombrar cada acontecimiento fortuito, el movimiento pasa a llamarse “15M” y sus participantes “indignados”. Puras etiquetas periodísticas que apenas rozan la esencia de todo lo que se está fraguando. Además, los periodistas están enormemente consternados porque el nuevo movimiento no encaja con las estructuras tradicionalmente determinadas: no encuentran un portavoz al que dirigirse, cualquiera puede hacer declaraciones al respecto… Molestos y cabreados, tildan al movimiento de no tener futuro y se lo llevan a su terreno. Como declaró Cohen: “Puede que los medios no tengas mucho éxito inculcando al público una opinión concreta, pero son muy eficaces señalando los temas en los que tenemos que pensar.” Y en los que no. Durante todo el verano, se ha producido un abismal vacío informativo porque ya no se trataba de un tema actual, la gente lo había digerido y se había acostumbrado a ello, al igual que si de un estímulo se tratase. Pero que no se le diera cobertura, no significa en absoluto que no siga funcionando. Un claro ejemplo, el más visual al menos, fue el estallido popular el 15 de octubre.
Las redes sociales y demás plataformas interactivas de flujo informativo al margen de los gigantes del mass media, han demostrado mayor eficacia para verificar datos y comunicados (los participantes del movimiento eran los mismos usuarios que compartían la información), y han dejado relucir su magnífico funcionamiento durante todo el proceso.
Artículo publicado en: www.guadadespierta.org (11-XI-2011)