Los vivos, los amantes, los rebeldes, los locos, los luchadores, los pasionales, los sensibles, los mágicos.

martes, 3 de agosto de 2010

Fornida

Mi hermana tiene 14 primaveras. Aunque más bien ella, en todo su conjunto, es la Primavera.
Rubia, de ojos azulados, labios irregulares (por un accidente del que yo fui partícipe cuando éramos unas criaturitas), cuerpecillo de sirena, discreta, responsable y muy inteligente. Todo lo contrario a lo que soy yo. La Noche y el Día conviviendo bajo el mismo techo.
He de reconocer que siempre la he envidiado por ser tan maravillosa sin proponérselo. La rabia me reconcomía y le hacía la vida imposible. Piques fraternales. ¡Qué les voy a contar que no sepan!
Hace algún tiempo comencé a preocuparme por la forma en la que mi hermanita respondería al ataque hormonal y social de la pubertad. No quería que perdiera su chispa.
Por desgracia, la pobre entró en la adolescencia con mal pie. Ha estado gravemente enferma durante 7 meses, teniendo que dejar de asistir al instituto y de salir con sus amigas.
Durante éste tiempo algo ha cambiado en ella. Dicen que el dolor es el motor de aprendizaje de la vida. Sin duda, ha madurado mucho. Pero también se nota su pequeño aislamiento social en éstos meses. Su grupo de amigos ha cambiado sus aficiones de niños por otras en las que aparentan ser mayores.
Mi hermana viene constantemente quejándose de que sus "amigas" sólo hablan de chicos, de maquillaje, de irse de botellón, de fumar, de tacones y de escotes. Y se aburre. Ellas son el prototipo de la SuperPop y mi hermana el del Jueves.
Ahora la observo orgullosa y admirada, porque tengo la seguridad de que no es una niñata. Adoro cuando se acerca y me deja ser su confidente o cuando se interesa por mi vida fuera del ámbito doméstico. Se me cae la baba a chorros, no lo niego, cuando la veo meter las naricillas en el activismo que intenta cambiar el mundo. Sé que llegará muy lejos. Y no es porque sea mi hermana, es porque ha nacido con talento.
Inconscientemente me intento reflejar en ella cuando yo tenía 14 años. Yo sólo pensaba en chicos, en irme de botellón, en maquillaje, en fumar, en escotes y tacones. Era una niñata SuperPop. Hasta que vino alguien y me abrió los ojos. Empecé a invertir mi tiempo en algo más útil. Mis aficiones cambiaron por completo.
Mi hermana de 14 años tiene la mentalidad que tenía yo con 16, pero sin tanto desfase de fin de semana.
Me cae bien mi hermana, sí señores. Y me sopla esperanzas de que las futuras generaciones no tienen el cerebro lleno de paja.

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