La noche donostiarra era negra
casi tanto
como el Golfo de México.
La noche del Domingo
estaba bañada
en crianza y plástico.
Besos a medias...
¿Una última copa?
Si confías en mí
para.
Ah! Paris la nuit.
Por vez primera
dormía acompañada
de testosterona y barbas.
¿Qué será
de esta pobre infeliz
el resto de noches
que han de llegar?
Me he vuelto muy perra,
pero el alcohol ya
no me dispara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario