Los vivos, los amantes, los rebeldes, los locos, los luchadores, los pasionales, los sensibles, los mágicos.

lunes, 13 de febrero de 2012

¡Bang! ¡Bang! o Las Klítorix

Tirabuzones rubios. Labios rojos. Vestido rosa de vuelo. La tierna niña baila a saltitos entre una marea negra de punks y skinheads, perros rabiosos de celo, absortos en su propia incredulidad: casi nadie conoce la Belleza.
La niña entra en éxtasis. No puede parar de reír. Y entre sus dientecitos de marfil y sus cabezadas al aire, agarra la punta de su falda y muestra su muslo de paloma al público expectante. Su boca se abre como un higo maduro y lanza una llamada de hembra, aullido de gaviota, locución de cowboy, yegua desbocada. Los machos se la acercan entre bramidos, ahítos de una sobredosis hormonal. Cientos de garras mancillan la piel de la niña. Restriegan sus ropas, amasan sus pechitos. Y cuando uno de ellos se arrima peligrosamente a su orquídea rodeada de vello... La tragedia.
La niña saca un revólver de su liguero y, sin perder la alegría, cose a balas al personal. Cabezas golpean el suelo. La música no deja de sonar. Costillas reventadas. La niña flexiona alternativamente sus rodillas. Tititirorirori. Pulmones perforados. No cesa su risita de jilguero. Tiros directos al pecho. Agita sus manos en el aire. Plomo, vísceras y ríos púrpura. Masacre. Todos muertos.
Y ella jadea fuerte sudando. Todavía agita su pelo. Cierra extasiada sus ojitos iluminados. No deja de reír, carcajada tras carcajada. ¡Qué feliz está! ¡Qué plena y llena de vida!
Todos muertos y ella hecha mujer.

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