Acordes susurran
los versos
que te resignabas
a dolerme.
El jubón
aún huele a humo.
Y tu espalda...
todavía rehuye mi mirada.
Tenemos alas
que brillan
y se dibujan
infinitas
cuando salimos
a las calles oscuras de Madrid.
Juventud impuesta,
juventud amada.
Nos negamos a ser primavera
si no podemos luchar.
Porque es el único modo de
ser libres.
En una generación donde
ya no existen héroes
ni dioses- ni siquiera crucificados-
caemos en el llanto amargo del amor.
Amor que es todo,
amor del que no queremos
saber nada
por miedo a enamorarnos.
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Vacío los segundos
entre la bruma
de los días
más fríos de tu miseria,
y le ruego a la Luna:
"No, por favor,
esta noche no vengas."
Arde la tierra
de los filósofos,
psicoanalizo las miradas
que no suceden.
Y tu espalda...
terrible manjar
de carne jugosa.
Y tu espalda...
Dime,
¿qué grita tu espalda?
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