Fuimos dos jotas enganchadas por los extremos. La habitación girada acompasada, y se fundía en la gama de rosas y naranjas propia de un amanecer limpio. Un río de flores enormes, exóticas, carnales, atravesó nuestros cuerpos llenos de la vida del universo. Ayer lo sentí: el flechazo deseado y deseante. Hicimos fluir un amor tangible el uno sobre el otro.
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