Los vivos, los amantes, los rebeldes, los locos, los luchadores, los pasionales, los sensibles, los mágicos.

domingo, 2 de enero de 2011

La oferta televisiva en España: ¡queremos mucho y muy malo!

El reflejo de una silueta en un salón de estar. Tiene un mando a distancia en las manos, y su dedo pulgar se flexiona y contrae mecánicamente en busca de entretenimiento. Imágenes y sonidos se mezclan rápidos a medida que pasan los canales, hasta que por fin, el espectador para y se queda ensimismado con la programación de un canal en concreto. Ésa silueta somos cada uno de nosotros en nuestro tiempo libre. Todos somos telespectadores, consumistas del medio audiovisual. ¿Qué tendrá la televisión que nos gusta tanto? ¿Qué le pedimos a la televisión? Y lo que es más importante, ¿qué nos ofrece?


Según un informe de Corporación Multimedia, los españoles consumimos 14 minutos más de televisión al día que hace cinco temporadas, pasando de los 225 minutos a 239 en el periodo comprendido entre 2005/2006 a 2009/2010. Pero a estas casi cuatro horas diarias hay que sumarle el uso de Internet para disfrutar de los productos televisivos, cada vez más en auge, pues las principales cadenas del medio apuestan fuerte por la distribución de sus productos en la web, en un marco de consumo “a la carta”. El espectador puede deleitarse con el contenido cómo y cuando quiera. Café, postre y bebida incluidos.

Los mayores contribuyentes al incremento de este cuarto de hora en la pequeña pantalla, por grupos, han sido los hombres (que duplica al grupo de mujeres) de 45-64 años y los más pequeños, de 4 a 12 años.

Una combinación de factores han hecho posible este aumento, pero casi todos los expertos coinciden en señalar el papel importante de la diversificación de canales gratuitos en los últimos años, ya que la televisión de pago se mantiene más o menos estable. Respecto a la mayor presencia de hombres, hay quien lo vincula a la programación de Cuatro y La Sexta, con su oferta deportiva y de ficción. También hay quien señala como culpable a la crisis económica (“La Crisis”: el escupidero de nuestros días y la cruenta madre de todos nuestros males), considerando la televisión como un entretenimiento rentable y consuelo de los parados.

Resulta innegable que el nacimiento de nuevos canales con la TDT también ha sido fundamental en este proceso. Se podría establecer una relación entre el aumento del consumo de los más pequeños y la emisión en abierto de los canales dedicados especialmente al público infantil. Los grandes protagonistas entre el público infantil (el público más honesto y exigente, por cierto) son Clan y Disney Channel, que han imantado a los niños frente al televisor mientras los padres les dejan ver ésos canales con más tranquilidad, pues han sido diseñados específicamente para ellos. Sumémosle la actual moda casi enfermiza de Hannah Montana, Camp Rock o Bob Esponja, los profetas de los imberbes.

Con la llegada de más canales, las televisiones han tenido que producir más contenidos y más baratos. Eso ha rebajado la calidad de la oferta televisiva y ha provocado que los más formados y con mayores ingresos muestren mucho menos interés. Pan y circo.

Los estudios más recientes confirman que el nivel de consumo o la abundancia de oferta no se corresponden con un alto índice de satisfacción del público, que la percepción de calidad es menor entre las personas de mayor nivel educativo, que las cadenas generalistas no presentan de diferencias significativas en la valoración por parte de la audiencia, y, finalmente, que buena parte del público muestra preocupación con los contenidos televisivos y sus efectos en la sociedad.

En parte, esta paradoja se ha producido porque el elevado nivel de consumo tiende a asociarse con una alta satisfacción del público. Fatal error. Además, no existe un interés comercial por parte de las cadenas para reflejar aspectos de la programación mal valorados, quejas referidas al exceso de publicidad, o públicos descontentos.

Los últimos estudios realizados por Demoscopia para Sogecable sobre los suscriptores a sus canales de pago, indagan en nivel de satisfacción respecto a la programación.

La respuesta de los entrevistados ha sido clara. Buscaron televisiones de pago porque, en un principio, la oferta de los canales gratuitos era escasa y partidista. Con la aparición de nuevos canales aparece la posibilidad de elección (que en sí misma es un elemento de calidad muy valorado por el público). Pero pese al aumento de la oferta y del consumo, la percepción de calidad no ha mejorado sustancialmente.

Dicha percepción no es uniforme: tiende a disminuir entre los jóvenes, los cuales

disponen de más productos sustitutivos, y entre las personas con mayor nivel educativo ya que la oferta suele adecuarse al mínimo denominador cultural de la audiencia. Quizás en este mínimo encontremos la clave del fenómeno Belén Esteban, caricatura grotesca idolatrada por el público.

¿Y si probasen a eliminar contenidos inútiles y mejorar la programación?

 
 
Artículo de opinión para Teoría de la Empresa Informativa (22-XII-2010)

No hay comentarios:

Publicar un comentario